6 cualidades que debería tener un buen líder en el trabajo

Ser un buen líder no sólo consiste en establecer metas, dar indicaciones para cumplirlas y plasmar los resultados en reportes. En realidad, el papel más importante de un líder está en inspirar los resultados de los miembros de su equipo, mantener la motivación entre ellos y sacar lo mejor del potencial de cada uno.

En un estudio realizado por DDI y Harris Interactive se encontró que el 98% de los empleados con buenos líderes estaban motivados para hacer su mejor esfuerzo, mientras que sólo el 11% de los empleados con líderes ineficaces se sentían motivados para dar lo mejor de sí mismos.

Las siguientes son las principales cualidades que un buen líder debe tener:

1) Se enfocan en las fortalezas de cada persona

Los buenos líderes identifican los talentos, habilidades y fortalezas individuales de los miembros del equipo y les brindan las oportunidades para usarlos. Esto lo logran al tener una buena comunicación e interacción con su equipo, para conocer mejor a cada persona, sus intereses y necesidades.

2) Practican la empatía

Los líderes que sacan lo mejor de los demás saben escuchar a los miembros del equipo y son capaces de ponerse en su lugar para comprender sus necesidades y así tomar la mejores decisiones en beneficio de todo el equipo. Además, al escuchar y responder con empatía, la tensión se reduce ante posibles conflictos, lo que ayuda a resolver las cosas de la mejor manera. Por otro lado, la empatía impulsará un mejor desempeño; esto es un gran motivador.

3) Saben reconocer el esfuerzo y los logros

Los buenos líderes premian y reconocen a quienes hacen bien su trabajo y alcanzan sus metas. La mala noticia es que, según los estudios realizados en esta área, entre uno y dos tercios de los líderes no son buenos para reconocer el buen trabajo de su equipo.

Esto se debe a que, muchas veces, los líderes tienen la percepción de que los elogios pueden parecer poco profesionales o que los miembros del equipo podrían volverse complacientes o confiados en exceso, sin embargo, el resultado del reconocimiento es todo lo contrario, pues aumenta la motivación y, por ende, la productividad y el compromiso.

4) Saben elegir a las personas adecuadas para nutrir al equipo

Los líderes se enfocan en encontrar personas con altas capacidades en su ramo, que incluso sepan cosas que ellos no saben.

Son capaces de dejar a un lado el temor de tener en el equipo a alguien con muy buenas habilidades que ellos no poseen, ya que no se trata de competir ni de ser el único que sabe, sino de fortalecer al equipo.

Los buenos líderes se toman el tiempo para comprender las capacidades de cada individuo para que puedan conectar a cada uno con las personas y las oportunidades adecuadas, lo que crea un círculo virtuoso de atracción, crecimiento y oportunidad.

5) Evitan la microgestión

Ser un buen líder no se trata de asumir todas las responsabilidades ni pretender tener injerencia en todas las áreas de trabajo, sino de saber cuándo y cómo delegar. Los líderes le deben dar importancia a la autosuficiencia y una vez que delegan una tarea o decisión, no deben intentar retractarse.

Los buenos líderes tienen cuidado de no microgestionar. Saben que su trabajo es asignar o dirigir metas generales en el trabajo que debe hacerse, pero nunca deben hacerlo por la persona. Por ello se enfocan en encontrar profesionales para cada área y les dan libertad de hacer su trabajo como ellos saben hacerlo, sin pretender marcar pautas que no les corresponden.

6) Crean entornos seguros

Los líderes permiten que los integrantes de su equipo piensen, hablen y actúen con seguridad y sin temor, pues saben que no serán juzgados o reprimidos por expresar su punto de vista.

Si bien pueden crear un nivel de exigencia que requiere un trabajo y esfuerzo de alto nivel por parte del equipo, también tienen una alta tolerancia a los errores y comprenden la importancia de aprender en el camino.

De este modo, crean espacios mentales en los que las personas pueden prosperar y en las que se sienten seguras de opinar, cuestionar y actuar a su manera y a su ritmo, e incluso de equivocarse y reconocerlo sin miedo.

Un buen líder aplica el principio de felicitar en público y llamar la atención en privado; además, al hacer ver a alguien que cometió un error, lo hace desde el respeto y la empatía, se muestra comprensivo y, lejos de ser coercitivo, busca lograr que de ese error surja una lección que ayude al crecimiento de la persona y, por ende, del equipo.

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